La orientación científica de nuestra institución se caracteriza por seguir lo más de cerca posible la línea histórica de la Sexología como disciplina a lo largo de sus últimos ciento cincuenta años que no debe ser confundida ni con el Psicoanálisis ni con la Psychopathia sexualis ni con una u otra de las Morales vigentes.
Es importante esta aclaración por ser un error muy extendido tomar a la Sexología como una mezcla o refrito de esos otros campos, todos ellos muy respetables pero que conviene diferenciar y separar. Desde los comienzos el In.Ci.Sex ha apostado por seguir en el marco de la Sexología como campo de conocimiento y disciplina propia.
El diálogo con otras disciplinas requiere no perder de vista la disciplina propia. Somos conscientes de las profundas diferencias, lógicas por otra parte. Pero son éstas precisamente las que nos llevan a acentuar las propias aportaciones para que sean conocidas y debatidas en el conjunto de la comunidad científica y profesional.
Los conceptos de la Sexología proceden todos ellos de sus grandes teóricos: entre los de la Fase Europea figuran Havelock Ellis, Iván Bloch, Magnus Hirschfel, etc. Entre los de la fase norteamericana: Alfred Kinsey, Masters y Johnson, etc. El estudio de la obra completa de estos autores en la perspectiva de ciclo largo ofrece una coherencia a la que se ha dedicado poca atención. La coherencia entre una y otra fase, así como del mismo cuerpo teórico, ha sido en muchas ocasiones disgregada por las distintas disciplinas que han tratado de acomodar la Sexología a su medida. Nuestro cometido es precisamente fomentar al máximo dicha coherencia como tal cuerpo teórico y marco conceptual.
Sexología, educación sexual, terapia sexual
(Algunas ideas básicas)
Entendemos por Sexología la disciplina que estudia y trata de hacer inteligible el hecho sexual humano y sus manifestaciones. El defecto de haber tomado a la Sexología como una psicopatología sexual ha traído consigo una patologización excesiva y menor consideración de uno de sus axiomas: en el hecho sexual se dan más variedades cultivables que trastronos curables.
De ahí el interés prioritario de la Educación sexual, entendiendo por tal una educación de los sexos para el conocimiento y la comprensión de estas manifestaciones que son más variedades cultivables que trastornos curables. Por otra parte la degradación y el empobrecimiento de una llamada educación sexual, más dedicada a la prevención de las enfermedades y a la lucha contra los peligros, ha traído consigo la disminución de sus grandes posibilidades de eficacia. Se puede afirmar que la educación sexual ha sido desactivada por una práctica voluntarista que aunque ha podido ser bienintencionada no deja, a la larga, de ser perversa.
La educación sexual necesita ser tomada en serio y a fondo, desde su misma raíz: no como una asistencia técnica sino como una contribución a la comprensión del hecho sexual en los sujetos. De ahí que sus temas centrales y sus objetos de interés sean precisamente los que se desprenden de su tronco central, el hecho de los sexos, y no fenómenos al margen o periféricos, por muy urgentes o alarmantes que éstos se presenten.
Lo urgente no es una excusa para distraer de lo importante.
Entendemos que la suma de periféricos no proporciona nunca la riqueza troncal. Y entendemos que la Sexología como campo de conocimiento y como disciplina proporciona una riqueza
desde la cual se pueden entender de otra forma también esas periféricas existentes así como vías y recursos para compensarlas y tratarlas.
De la misma manera que la educación sexual, o sea, de los sexos consiste en proporcionar datos y conocimientos de los sexos, la terapia sexual desde su fundación por Masters y Johnson ha sufrido una tergiversación alarmante dejando de lado su aportación más central: la de ser terapia de los sexos.
La Sexología ha tratado, pues, de profundizar en las claves de la educación y la terapia sexual desde su marco teórico y por eso es importante señalar otra de sus grandes aportaciones: frente al abundante recurso a los criterios diagnósticos de los distintos DSM (el último es el DSM-IV), como mapa de las enfermedades mentales, la Sexología ofrece su propio mapa general desde el cual comprender y explicar hecho sexual humano y sus muchas y variadas manifestaciones. Éste es su potencial epistemológico.
Estudiar Sexología y hablar de sexo son cosas diferentes. La Sexología no es una moral sino una discipina. Estudiar Sexología es entrar a fondo en su campo de conocimiento. Entendemos que, desde él, pueden explicarse y comprenderse las cosas de muy distinta manera que desde fuera de él. Hé ahí el reto. Y también la invitación: entrar en la Sexología como campo y disciplina no es un reto nuevo. La historia nos lo muestra.